Saturday, July 29, 2006

SUSURROS DE LA BESTIA A LA BELLA

I
Cada tantos cósmicos kilómetros un ojal,
cuyos satinados pespuntes azul-turquesas
sueñan con la ornamentada copa
de un botón para mujer.
Sideral y amaestrada punzando
muy cerca siento la punta de la tijera,
de la tijera sobre el enrojecido ombligo,
ombligo de un inmenso trozo de gleba
que no deja de sangrar;
y después...
...después partiéndose las hebras
en un millón de hojas
moribundas y ahusadas,
hojas para formar en el piso del hueco
unos renegridos labios de polvo e hilachas,
hilachas sobre cuyas intrincadas texturas
la flamante máquina del nuevo orden alisa,
alisa la costura de una quietud provisional,
pero no obstante supuestamente eterna.
II
¡Ay!
así había sido una vez:
mi alma y su ropa sucia,
tiza gris que se limpia
en su blancura nunca vista,
interior.
Hundiéndose en la mojada arena,
a dos incandescentes lápices
y una perdurabilidad tan fuera de lugar,
ajena,
más abajo zapatillas.
III
Cada tantos cósmicos kilómentros
en exacto sitio la puntada en el ojal...
...y después...
...después la trenza
y el negro pelo delimitando
una larga e indócil pastura color verde botella.
Delimitando...
...el agua salada,
...el agua festoneada de espumas en la orilla,
recinto con pincel goteando
una pálida gota de café;
allí donde el arco iris
en un abrir y cerrar de ojos besa,
besa en la esquiva boca
a su hermana la turbulencia en el mar.
IV
Pronta ha quedado la prenda
que desde la garganta
la recubre hasta el dedo meñique de su pie;
bien ceñida con botones de añil amatista
en la precisa comarca,
comarca en la cual a llorar rompe
inconsolable el viento
y su mal humor regurgita la tempestad.
V
Detrás de un breve manto de niebla,
semejante a una estrella todavía invisible,
allí fue que sangró la herida:
4 trazos de sangre azul sin prisa rezumándose,
rezumándose como agua-nieve
que desde la copa de un cinamomo se desliza,
a través de los ciegos ojillos
en la pálida superficie se desliza,
de unos botones de añil amatista;
botones que en apretada fila india
celosos guardan el monte de venus,
desnudo,
agreste,
enmarañado,
cerril coto de cacería
con amaestrados señuelos,
en-un-medio-día-de-un-sol-de-media-noche.
VI
Desde el abismo a la ropa sucia,
desde el abismo que a las escondidas juega
tras el ala trunca
de un omóplato alargado y angosto
de mujer flaca.
Tras la húmeda rojez del hueso un corazón;
como pez en breve lagunilla y después...
...después nuevamente lo perenne:
hebras formando labios
en la verde hierba de la ribera,
y la esperanza...
nuevamente la esperanza,
de que sobre la arena mojada
calzaran las patas de una corta mesa,
mesa que habiendo sido
truncada base de estalactita,
se vistiese con la rica baba
de los gusanos de seda,
aposentados naturales en el lugar.
VII
Y por doquier manjares,
crujientes,
tersos;
asimismo con tizne de fogón y plancha,
manjares descansando entre comensales
sobre una colcha de espesura y morera.

De “Ser joven lleva demasiado tiempo”-pág. 62



Sunday, July 23, 2006

CARTA PARA TATIANA EN SU CUMPLE

Aquí, en Montevideo, es la 1 de la maña-
na del 24 de julio de 2006.
A esta hora tú, estás dormida y cuando
despiertes, pues, dirás, ya no tengo 5, soy una
niña con 6, o sea: el abuelo tiene una nieta de
6.
Desde este tan curvo lado del mundo, (ca-
si con la planta del pie metida en el agua su-
puestamente dulce del río de la plata), tan só-
lo te puedo enviar palabras; ni chocolate, ni
libritos coloreados, ni canción con acordes de
órgano, solemnes, que permanezcan prendidos
en el aire, como si fueran limones colgando de
las ramas en el limonero.
Nada de eso, todo inconcreto, un libro con
las páginas en blanco.
Palabras que quizá sí, puedan soportar en
sus dedos juntos o separados, la columna y
con ello el puente entre un abuelo viejo y una
nieta de 6.
Si yo estuviera ahí, en Petoskey, o tú estu-
vieses aquí, (con el pie húmedo a causa de
ese paseo al borde del río de la plata que al-
gún día concretarás), la cosa sería algo distin-
ta. Por lo pronto, ahora, en este instante, yo
podría escuchar el compás de tu respiración:
quietecita, más agitada, muy tranquila, anhe-
lante, toda movida porque tú te mueves entre
las sábanas ligeras que te cubren, y te produ-
cen una sensación de calor excesivo, a causa
de que en el lugar donde vives, todo chispo-
rrotea por ser verano.
Ves, ¿cuánta cosa entre Tatiana y su abuelo,
sin que aparentemente nada haya sucedido?
sin que se haya pronunciado la más mínima
palabra en ese entre tanto de silencio.
Diría que este es un diálogo invisible con
un abuelo invisible que le desea a Tatiana
muchas felicidades, unos cuantos regalos
y el arrullo amoroso de sus papitos.
Desde aquí el abuelo te adormece tam-
bién, con arrullos.


barrio del cordón-trastienda de la universidad-
junto al sombrío sub-suelo del liceo nocturno

Tuesday, July 11, 2006

PIEDRAS

I
Voy en busca de 1 hoja de papel;
recorro kilómetros
en un azul puntero de reloj;
soy pelele en la punta del puntero,
puntero que da vueltas
con mi morada grana de felpa,
felpa que se aligera en gotas,
algodonosas gotas de sangre
como si fuera un impropio trofeo,

trofeo obtenido en sucia batalla,
inconclusa batalla.
Al dar vueltas bosqueja mi felpa,
bosqueja una circunferencia,
·im-prolija· circunferencia
que gotea como un río aéreo en otro río.
Reloj con cu-cú oculto en mi madera,
en la empañada amarillez del maizal,
del maizal en su vejez oculto.
II
Sin saber por qué ni para qué,
acumulo cajitas
con ostensibles cartelas de advertencia:
he aquí un dedito bien torneado
a labios anónimos algo exangües,
pegándose;
labios de muchacha sub 20
sin + datos,
un vago esbozo casi inadvertido.
III
Sin que pida,
sin que quiera,
a unos escasos centímetros está mi oído
de ese ruido.
Un ruido general.
¡No!
Es piar con picoteo de ruido
en su último paseo,
paseo de cu-cú por...
...por dentro de mi acolchada sangre,
(eso está escrito,
en la contratapa escrito
de la cajita a mi disposición),
por dentro de mi sangre que transcurre,
secretamente transcurre
en una inmensa laguna,
laguna hacia el océano.
¿Debo describir el océano?
¿Es necesario?
IV
Dije que iba en busca de papel.
¡No!
¡Sí!
Es la hoja de celofán que guardo,
¿dónde?
allá arriba,
entre 2 rincones la cajita;
cajita azul-marina,
cuadrilonga y casi plana.
Ya está ahí,
¿en mis manos?
¡No!
Ella no me necesita.
Estoy envuelto,
envuelto en su transparencia;
por su elástica piel de durazno
envuelto,
como si cupiera en su envoltorio
todo el mundo.
V
¿Desde cuándo?
¿Eso importa?
VI
He aquí los huecos,
ladera de cantos,
picacho de montaña
con una alianza de nubes
efímera en la punta,
en la punta del dedo índice algo romo.
Todo frío,
una postal de frío.
VII
Hasta ahora el envoltorio,
(quizá sea apariencia,
cosa de este mundo en otro mundo),
me ha permitido mover el dedo gordo,
accionar entre cremas
y roja nariz de payaso,
payaso muy atareado en julio:
una cabeza con cu-cú oculto
en majestuoso paseo de explanada;
niños y explanada,
transeúntes y el cu-cú que espera,
en todo su largor espera
que acontezca la breve media hora.
Deferente me permitió aun
descorrer el gobelino,
el gobelino que tapa,
tapa la sanguinolencia de los huesos.
VIII
He aquí palabras
en lengua por conocer,
¿desconocida?
escritas en un libro envuelto por mitades
de sarga y celofán;
un libro en el rincón de la vidriera,
profuso en su birlí,
voladizo alpende,
alpende sobre aquella alianza ya descripta.
IX
Soy esto que trato sea verosímil,
límpido y claro,
alguno por la casa,
¿a tientas?
El cielo y sus lunas,
sus lunas de papel maché,
con invisibles cráteres habitan,
sin que yo quiera habitan,
habitan en mi techo alquilado.
Prendidos con tachuelas,
tachuelas herrumbradas desde el taller
y mucho gris,
negro de humo.
X
¿Recuerdas la laguna,
el océano,
el océano bajo forma de enigma,
enigma en el cielo,
aquí y allá rosáceas zarzamoras
picoteadas por el cu-cú
oculto en mi madera,
ofensivas palabras cruzadas
en un cruce con otras
supuestamente inofensivas?
El agua me llega casi al cuello,
he puesto en los 4 bolsillos
y en la mochila piedras.

barrio del cordón-junto a la trastienda de la uni-
versidad-esto es dialecto morse en los tubos aledaños al sub-suelo del liceo nocturno

Saturday, July 01, 2006

PÉTALO A PÉTALO

I
Se aleja la noche,
se aleja el día;
se dispersan los piares en la densidad,
densidad sin tintura,
densidad sin tono,
densidad del silencio como papel de lija,
lija aquí dentro,
dentro de mí.
II
No importa,
no importa lo de fuera,
es este piso con papeles la sabana,
el campo de rastrojos,
amapola,
amapola estrujándose pétalo a pétalo.
III
No oyes la voz,
la vocecilla.
¡Qué inaudible es mi voz,
qué de pequeña!
Casi no es ella.
¿Cuándo fue?
IV
Ahora es un murmullo en la inmensidad,
el eco que golpea,
golpea sus narices de alabastro,
yesoso alabastro transluciente;
sus narices frías golpea contra mi cuerpo.
V
No hay forma de atajar
lo que ya no es mío.
Mi grito se deshace en el florero,
entre amapolas muertas
y verdín de agua se cuartea.
VI
Me alejo de la noche,
se aleja el día en una madrugada interminable.
Aquí todo es afonía,
querer decir
sin poder ya decir nada.
-.-.-.-
barrio del cordón-trastienda de la universidad-
en las aledañas cuevas bajo el sub-suelo del liceo nocturno