Para todas las mujeres torturadas en mi pobrecita américa, en los años 60,70 y 80 + plomo
´´´´´´
Se termina la calle,
no es más la chacra incauto refugio de gorriones;
desde el cielo
o desde las entrañas de la tierra
un par de mosquetones se perfila;
con caramelo derretido en las empuñaduras,
goteando sobre turbios adoquines
la exacta derrota asaz planificada,
en el abigarrado cuarto donde se depositan los alambres,
junto a guturales adioses a la vida.
Cuarto en el cual descansa
sobre incómodo camastro de fajina,
la cajuela de metal
con sus adarmes dentro;
entre ellos temible el fino estilete azul cobalto,
convenientemente desnudado de bueyes insepultos
y sepultas zanahorias,
con los cuales a esa hora en su casa juegan,
los hijos del mochín entre cartones pintados e historietas.
Pronto para la descarga
un poco por debajo del 220,
ha quedado el celular en su furgón de fondo.
Pidiéndose prestado un juego de dados a la muerte
he aquí el armado desde adentro
de una prolongada noche comandada por tahúres;
que de pronto se puebla de silbidos,
salsas y cumbias estridentes,
campo sonoro para el disimulo.
En este ámbito de pozo con cerrojos
el dolor aguanta las palabras
hasta la última ocurrencia,
con su presentido ·bamg· de medianoche
áspero y frío.
Disparo que mezcla la cerrazón
del cielo encapotado,
con los humeantes cartílagos
en los cuales desesperadamente,
araña la vida en sus entrañas
un espacio de tiempo + limosneada yapa,
con el solo resalte de un mauser
supuestamente de juguete,
(¡oh incauta ilusión,
dibujos de paraísos en el cielo!),
ostensible en la mochila gris
de quien ha llegado recién,
ese mochín con niños jugando en la casa,
para adueñarse de la víctima de turno.
Se trata de una mujer que desnuda mira el cielo raso,
tachoneado de herrumbrada hojalata y sin querer,
por debajo de su iris castaño
con martillo y corta-fierro dibuja
la perennidad de un tiempo que no pase;
sin después,
sin precipicio;
la simple felicidad de aún sentirse viva
y que eso continúe,
continúe,
mientras el atormentador
después de colgar su alargada piel,
sintética piel sobre una estaca blanca como hueso,
atemporal y sin el menor apuro
hunde sus largos dedos pálidos en la caja;
como queriendo fabricar cerámicas
al tiempo en demorada orfebrería,
rebusca entre alambres y fusibles
el inexacto instrumento,
ni + ni menos para una joven edad
y un peso de 40 kilos.
><><
De “Ser joven lleva mucho tiempo”- pág. 34-35
(nueva versión)
nota de diccionario: mochín--->verdugo
Wednesday, June 06, 2007
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