I
Es esta una colina blanca con pingüino.
Colina en boca de escenario,
boca de ensayo
en las constipadas narices del verano,
con pingüino.
Boca que se auxilia de lengua,
de huecos y dientes carcomidos,
de ungüento sagrado que saliva,
entre improperios los supuestos cantos,
de la nueva vida.
II
Pasajera ilusión con fumarola es esta boca,
humo que en son de guerra invade la caverna,
en la cual se refugian soñolientos corazones,
que huyen sin saber porqué.
Boca que acomoda sus labios en la trinchera,
los frunce con latidos prestados por el miedo,
al tiempo que todos parten por comida,
siguen como pichichos a la muerte,
cuyo olor ensucia oasis con arena.
Tal si fuera anguila en tiempo de sequía,
he aquí haciendo trampas el tubo digestivo,
en plena travesía desprendido,
entre la diminuta ellis
y el mar de sargazos allende las antillas.
III
En esta fiesta entorno a pieles,
asidas con estacas al oxidado pasto de la hierba,
un mozo en blanco con manjares
atiende otra boca dispuesta sobre plato;
boca muerta con mantel debajo,
con cinc debajo que se abre en grietas,
con banco + debajo tal si fuera trono,
conciencia,
que en el ano hormiguea de acólitos y obispos.
En la cresta de un suspiro y boca abierta,
es esta colina + pingüino
tira con drama que se corta y re corta,
se tuesta en maní con caramelo,
según el dueño del diario que se apila,
en la madrugada entre canillitas.
IV
Para entronizar aún + el torvo escrúpulo del alma,
con voz de mujer adolescente,
después,
entre susurros,
se dijo al ejército de soldaditos,
ataviado con peluche de sombra y arboleda,
que habrá siesta hasta el amanecer.
He aquí abjuraciones vomitadas
en agujero de la tierra que re vive
y sin querer es gólgota,
entre otros cráneos rapados hasta el hueso;
gólgota carpido y re carpido
en el dócil escarpe de este mundo,
expuesto a la invasión del bisturí cosmético;
gólgota con palacios
por encima de la calva construidos,
y es ya demasiado tarde,
para rescribir la historia guardada en su mochila;
gólgota con raíces de higuera por debajo,
muertas de miedo.
V
He aquí una colina blanca
que ha vuelto a ser colina,
sin pingüino;
éste en adelante será un dato,
taxonómico,
clasificado en vidriera para enhiestas criaturas,
en apariencia vivas,
taxidérmicas.
He aquí boca de escenario abandonada
porque a hacer boca todos se habían ido;
en la trinchera tan sólo hubo saliva
remojando hebras de tabaco,
pegoteadas en la redondez de labios
que tan sólo saben,
el lenguaje de los sueños.
VI
No importa cuantos duendes en ese bosque hubo,
cuantas calaveras.
No importan las crucifixiones,
ellas son sangre en los harapos de la brisa,
in apariencia.
He aquí una boca de escenario
en el medioevo de este mundo,
con teclado,
charanga y pandereta;
sitio de retiro hollado por turutas con corneta,
puestos allí para cuidar zancos
y zapatos claveteados,
clavos de oro y plata
hundidos como pitas en cuero carmesí,
pertenecientes a gente vinculada al golf,
mezclada con turistas y señores aprendices,
provenientes de la embajada en este suelo del japón.
Thursday, August 30, 2007
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