Thursday, September 06, 2007

CU-CÚ DE MEDIANOCHE

I
Cierro los ojos,
¡no!
no es sueño ni remembranza,
se anestesia el alma de etiqueta vestida para el olvido.
En macizo follaje de bosque,
agua,
media agua y tejados,
he aquí el ubicuo hueco en la cama que es nido,
escondite para macabros juegos con melancólico sosiego,
quietud envuelta en el almizcleño pelo de garduña,
bajo denso edredón desnuda,
de plumas negras y carmesíes.
II
He aquí un no ser
que se pide prestado al derrame en la cuchara,
allí donde gotea el alma un fino hilillo,
oblicuo a causa de la brisa,
tal si fuera pichón que forcejea,
sobre raspado rigor en mar de piedra.
III
Que a sí mismo se acompaña
he aquí un labio trémulo de miedo,
en cuya boca canta el diapasón que baja,
se asordina y al empujar sus alas,
sobre enjuto cuerpo de nada
al silencio cede su vuelo;
de quietud aquejado muere,
con tiza y sombrilla junto al borde de la gota muere,
en la concavidad de la cuchara hambrienta.
IV
No,
no habrá lugar para flor de adormidera,
ni éste será semi-soñado sueño
al amparo del mórbido vapor de la seroja,
puesta como fácil insumo
junto a la cilíndrica esquina,
de un acurrucado no te muevas.
V
Es hora de asear,
de ir en busca de hierbas,
palos y palitos,
de entretejer unas cosas con las otras.
Es hora de ventilar la molienda de maíz junto a la entrada,
ésa desde la cual el cu-cú saluda en medianoche,
saluda y hacia su jardín vuela,
de anémonas y lilas.