Sunday, September 23, 2007
Sunday, September 16, 2007
SE PIENSA
I
Dulce es el olor de la gloria,
aún en ciernes.
¡Qué poca cosa es para él,
que sopla sobre un rescoldo a punto de ser ceniza,
blanca ceniza!
II
En este curvo avatar,
insalubre de idas,
pretencioso de vueltas,
dando tumbos se escurren como el sol las horas;
hacia un antes-después en el cual,
tiempo y espacio para decir lo menos,
son objetos absurdos,
vaga lumbre en la niña de una ceguera móvil.
III
Mientras tanto,
es la memoria 1 barril sin fondo.
En el fondo,
jugando,
detiene el moho tal si fueran estrellas a un par de nubes;
para que se fijen en el cielo las seduce,
engaña y entre trazas amarillas,
reconstruye en ese tapón obras de arte;
tizianos (con el color),
michelángelos punto por punto
con la grisácea punta azul de un lápiz.
IV
He aquí lo casual de orilla a orilla.
Con sus meandros en las puntas de los dedos,
el flóculo de luz que forcejea;
como un todo resbala en rasa tabla,
son incesantes sus gotas,
lagrimea,
como si fuera húmeda mejilla de otro mundo,
olvidado,
en el pesadillesco gorgoteo de este mundo.
Dulce es el olor de la gloria,
aún en ciernes.
¡Qué poca cosa es para él,
que sopla sobre un rescoldo a punto de ser ceniza,
blanca ceniza!
II
En este curvo avatar,
insalubre de idas,
pretencioso de vueltas,
dando tumbos se escurren como el sol las horas;
hacia un antes-después en el cual,
tiempo y espacio para decir lo menos,
son objetos absurdos,
vaga lumbre en la niña de una ceguera móvil.
III
Mientras tanto,
es la memoria 1 barril sin fondo.
En el fondo,
jugando,
detiene el moho tal si fueran estrellas a un par de nubes;
para que se fijen en el cielo las seduce,
engaña y entre trazas amarillas,
reconstruye en ese tapón obras de arte;
tizianos (con el color),
michelángelos punto por punto
con la grisácea punta azul de un lápiz.
IV
He aquí lo casual de orilla a orilla.
Con sus meandros en las puntas de los dedos,
el flóculo de luz que forcejea;
como un todo resbala en rasa tabla,
son incesantes sus gotas,
lagrimea,
como si fuera húmeda mejilla de otro mundo,
olvidado,
en el pesadillesco gorgoteo de este mundo.
Sunday, September 09, 2007
DICTADO
I
¿Cómo explicar?
Es este un mundo imaginado que se olvida;
en cola de poca crin,
la mínima incisión de los sueños
recargada de artefactos y comidas.
Un mundo en el cual
comer ha dejado de ser acto necesario,
aquel para conservar la vida.
A causa de la ausencia de mayores obras,
medianas,
pequeñas,
es el entorno bostezo entre 2 números,
monopolizados por la azarosa cuenta de azar,
desvanecida en las horas de la tarde que se acaba.
¡Ay!
baila la luz horizontal,
dorada,
en el fondo de la arboleda,
estatuaria,
papel pintado que se fija en esa hondura
con tachuelas.
II
Habiéndose entornado los postigos,
según la conveniencia del momento,
+ acá de que un pequeño sirviente rasurara el bolillero,
declarando estos son,
tan sólo estos,
juntó la realidad sus pedazos harapientos,
esparcidos en el verde carpetín del suelo.
III
Casi después,
oculto entre bambalinas,
para desde allí en un regodeo observar la escena,
de un mundo imaginado que se olvida,
ha dejado el niño en su canto un dictado con 2 números,
uno que fue,
otro que pudo ser,
para el día y la noche siguiente con su amanecer.
¿Cómo explicar?
Es este un mundo imaginado que se olvida;
en cola de poca crin,
la mínima incisión de los sueños
recargada de artefactos y comidas.
Un mundo en el cual
comer ha dejado de ser acto necesario,
aquel para conservar la vida.
A causa de la ausencia de mayores obras,
medianas,
pequeñas,
es el entorno bostezo entre 2 números,
monopolizados por la azarosa cuenta de azar,
desvanecida en las horas de la tarde que se acaba.
¡Ay!
baila la luz horizontal,
dorada,
en el fondo de la arboleda,
estatuaria,
papel pintado que se fija en esa hondura
con tachuelas.
II
Habiéndose entornado los postigos,
según la conveniencia del momento,
+ acá de que un pequeño sirviente rasurara el bolillero,
declarando estos son,
tan sólo estos,
juntó la realidad sus pedazos harapientos,
esparcidos en el verde carpetín del suelo.
III
Casi después,
oculto entre bambalinas,
para desde allí en un regodeo observar la escena,
de un mundo imaginado que se olvida,
ha dejado el niño en su canto un dictado con 2 números,
uno que fue,
otro que pudo ser,
para el día y la noche siguiente con su amanecer.
Thursday, September 06, 2007
CU-CÚ DE MEDIANOCHE
I
Cierro los ojos,
¡no!
no es sueño ni remembranza,
se anestesia el alma de etiqueta vestida para el olvido.
En macizo follaje de bosque,
agua,
media agua y tejados,
he aquí el ubicuo hueco en la cama que es nido,
escondite para macabros juegos con melancólico sosiego,
quietud envuelta en el almizcleño pelo de garduña,
bajo denso edredón desnuda,
de plumas negras y carmesíes.
II
He aquí un no ser
que se pide prestado al derrame en la cuchara,
allí donde gotea el alma un fino hilillo,
oblicuo a causa de la brisa,
tal si fuera pichón que forcejea,
sobre raspado rigor en mar de piedra.
III
Que a sí mismo se acompaña
he aquí un labio trémulo de miedo,
en cuya boca canta el diapasón que baja,
se asordina y al empujar sus alas,
sobre enjuto cuerpo de nada
al silencio cede su vuelo;
de quietud aquejado muere,
con tiza y sombrilla junto al borde de la gota muere,
en la concavidad de la cuchara hambrienta.
IV
No,
no habrá lugar para flor de adormidera,
ni éste será semi-soñado sueño
al amparo del mórbido vapor de la seroja,
puesta como fácil insumo
junto a la cilíndrica esquina,
de un acurrucado no te muevas.
V
Es hora de asear,
de ir en busca de hierbas,
palos y palitos,
de entretejer unas cosas con las otras.
Es hora de ventilar la molienda de maíz junto a la entrada,
ésa desde la cual el cu-cú saluda en medianoche,
saluda y hacia su jardín vuela,
de anémonas y lilas.
Cierro los ojos,
¡no!
no es sueño ni remembranza,
se anestesia el alma de etiqueta vestida para el olvido.
En macizo follaje de bosque,
agua,
media agua y tejados,
he aquí el ubicuo hueco en la cama que es nido,
escondite para macabros juegos con melancólico sosiego,
quietud envuelta en el almizcleño pelo de garduña,
bajo denso edredón desnuda,
de plumas negras y carmesíes.
II
He aquí un no ser
que se pide prestado al derrame en la cuchara,
allí donde gotea el alma un fino hilillo,
oblicuo a causa de la brisa,
tal si fuera pichón que forcejea,
sobre raspado rigor en mar de piedra.
III
Que a sí mismo se acompaña
he aquí un labio trémulo de miedo,
en cuya boca canta el diapasón que baja,
se asordina y al empujar sus alas,
sobre enjuto cuerpo de nada
al silencio cede su vuelo;
de quietud aquejado muere,
con tiza y sombrilla junto al borde de la gota muere,
en la concavidad de la cuchara hambrienta.
IV
No,
no habrá lugar para flor de adormidera,
ni éste será semi-soñado sueño
al amparo del mórbido vapor de la seroja,
puesta como fácil insumo
junto a la cilíndrica esquina,
de un acurrucado no te muevas.
V
Es hora de asear,
de ir en busca de hierbas,
palos y palitos,
de entretejer unas cosas con las otras.
Es hora de ventilar la molienda de maíz junto a la entrada,
ésa desde la cual el cu-cú saluda en medianoche,
saluda y hacia su jardín vuela,
de anémonas y lilas.
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