Thursday, June 01, 2006

Lo trivial - lo memorable

I
Alguien saluda un escapado ·buenas noches·;
otro,
entre mordidas consonantes
musita una canción;
un 3º grita prendiéndole a la noche
con inseguro hilván su abalorio,
que seguramente caerá en la mañana,
sin más sobre la ·bastedad· del empedrado;
para de esa objetual manera
compartir ·la dulce compañía· de colillas,
perros muertos y condones blanquecinos.
II
Una vez más,
todo se da a semejanza de una pieza de comedia
noche tras noche ensayada de continuo,
en un avanzar de pies pegados a la tierra
imperceptible
hacia la magna noche del estreno
que aparece ignoto,
de no llegar,
tan esperada;
que llega al fin inesperada
entre candilejas encendiendo
pompas y farolillos chinos.
A pesar de tan gorda y puntual fosforescencia,
que no obstante no soporta el transcurso del instante,
que al sobrevivir desgasta enteramente al anterior,
sin aviso de pronto se extingue el sortilegio.
Mientras esto ocurre en el mundo de las transfiguras,
mordiendo un ¡ah!,
un ¡oh! exánime entre desparejos dientes,
obscuros y herrados,
que sin más se hunden
en la satinada carne en mal estado del silencio,
cabizbajo regresa el de los farolillos y las pompas.
III
De allí en más,
a semejanza de una piedra-imán enriquecida
que en torno de sí todo lo congrega,
convocará la noche un profundo consorcio de partículas,
entre las cuales irreconocible yace aquel escapado
·buenas noches·.

De “Ser joven lleva demasiado tiempo”-pág. 100
2003